lunes, 10 de agosto de 2009

Drench in fluro


Esa mujer contoneánose por las calles, con extravagante mezcla de colores en su cabellera que ha sido mutilada con más técnica que cualquier escultura italiana de hombres semidesnudos de exacta proporción.


Ella es una sonrisa perpetua grabada en huesos perfectamente forrados por el manto de porcelana que no hace más que rogar escotes, ella es un metro ochenta o más con telas fluorescentes que cuelgan para tapar sus insultantes medidas, ella es ritmo marcado por barras de quince centímetros en sus zapatos elevados, sus pasos le recuerdan al ojo despistado que su misión es mirarla, envidiarla y despertar pensamientos saturados de neón zumbante.

Sin ella pisando las calles sería una jungla el día, sería helada la mente sin su andar que sin voltear la mirada sientes que te ve y te seduce. Sus caderas no necesitan moverse, pero aún así lo hacen para exagerar lo que ya abruma, sólo un movimiento de su pelvis cubierta de spandex te obliga a exhalar sin pedir permiso. Tu boca se mantendrá siempre abierta cómo si te arrancara las palabras con un beso de su labial carmín, con las notas de un rock sensual que coreografía sus párpados en cámara lenta.

Sin ella un día aburrido más en una ciudad que aplasta la pasión con una masa sólida y gris que llega a los cielos avisándote la hora o recordándote un cheque a medio mes.
Pero todo está bien, ella siempre aparecerá, ella siempre caminará por toda tu columna como una pasarela mientras te acuestas y usas el techo como tu pizarra de teorías. Cuando el agotamiento te regresa al asfalto caliente ella siempre aparecerá, aunque no es real, con su flecha de amor y su pasión fluo.

RALE

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